sábado, 29 de setembro de 2012

Jesuitas e solidariedade na Missão

Conciencia y solidaridad latinoamericanas en el dolor - Comentario a la Prioridad 4ª del PAC

Cuando ecribo estas líneas me llegan unas imágenes desde nuestra Amazonia donde veo cómo los garimpeiros destruyen el delicado ecosistema para obtener el oro y acosan a nuestros pueblos originarios, reviviendo lo peor de la conquista y devolviéndonos a etapas pretendidamente superadas. En esta misma Amazonia viven en condiciones infrahumanas (como de las que intentaban huir) nuestros hermanos haitianos y hemos conocido lo que en Tabatinga ocurre con este drama humano. Gente dejada a su suerte, como si se tratara de otra isla perdida llena de náufragos.

Ignacio nos invita a mirar con la Trinidad esta tierra y concretamente nuestra Latinoamérica y Caribe en su diversidad, oyendo la voluntad que siente en el corazón ese Dios comunión de hacer “redempción del género humano”. Desde ese llamado, el Rey Eternal nos invita a encarnar, como María, al Verbo, para seguir su misión en medio de nuestra realidad. Encarnación significa brindar respuestas concretas que impliquen una diferencia en la vida de la gente, pues como dice Ignacio “el amor se debe poner más en las obras que en las palabras”.

Responder a este llamado en concreto en términos de la CPAL es la prioridad 4ª del Proyecto Apostólico Común (PAC), pues al mirar nuestro entorno buscamos vernos con una única conciencia latinoamericana y caribeña. Nos conmovió con especial intensidad las realidades Amazónicas y de nuestros hermanos de Cuba y Haití.

Cuba está en un nuevo proceso de búsqueda que se expresó especialmente durante las últimas visitas papales (tanto de Juan Pablo II como de Benedicto XVI). Acompañar a la Iglesia y sociedad cubana en este camino y aprender con ellos, nos puede mostrar rutas hacia una sociedad de justicia con desarrollo social. 

Haití es un llamado desde el dolor. Haití es como el campo donde batallan dos banderas. Haití es la primera expresión de ruptura de las cadenas de la esclavitud en nuestra región. Pero a la vez ha sido plagada de todo tipo de opresiones. Queremos acompañar el esfuerzo que el pueblo haitiano, junto con la presencia de la vida religiosa y en general de la Iglesia, está haciendo por reconstruir su mundo respetando su autodeterminación. 

En la Amazonia se juega el futuro de toda la humanidad. La destrucción de sus recursos, en la búsqueda ciega de los nuevos Dorados, implica la destrucción de toda la humanidad. Se trata de un cáncer que está matando un pulmón fundamental de nuestro planeta. En la Amazonia buscamos promover relaciones justas con Dios y con los otros en la defensa de este ecosistema. No se trata sólo de proteger flora y fauna, sino un modo de relación que los pueblos originarios tienen con esa realidad y la riqueza que ello significa.

No se trata de tres misiones, sino de una. Se trata con estas realidades de expresar nuestra conciencia latinoamericana. Haití, Cuba y la Amazonia son expresiones de las realidades que vivimos en nuestro continente. En cada uno de nuestros países y regiones. Se trata de vernos como una unidad que tiene en sus manos el deseo de luchar por un desarrollo en armonía con el ambiente, respetando la diversidad cultural, en particular la de los pueblos originarios, con justicia y libertad.

Al pedirnos impulsar esta conciencia y sensibilidad para la integración latinoamericana, nos debemos hacer cargo de que muchos aspectos atentan contra este fin. La lógica de nuestros estados nacionales que nos arrastran a pequeños localismos; la estructuración en provincias que responden más a la organización de los estados nacionales que a las necesidades de nuestros pueblos y la misión de evangelización; la ausencia en nuestros estudios de una comprensión más global de los procesos históricos, políticos, económicos y sociales de nuestra región; una insuficiente valoración de la teología y el pensamiento latinoamericano incluso en nuestros centros de formación. 

Esfuerzos como la llamada triple frontera entre las Provincias jesuitas de Chile, Perú y Bolivia; la región binacional entre Venezuela y Colombia; el proyecto Pan-amazónico; el proyecto Caribe; el trabajo de FLACSI a través del programa Ignacianos por Haití; el equipo itinerante; el proceso de unificación entre lo que hasta el presente han sido diversas provincias o regiones; amén de la existencia cada vez mayor de organizaciones interprovinciales en los campos educativos, sociales y pastorales, son expresión del deseo hecho carne que aún le falta desarrollar más su potencialidad.

Por eso nuestro Proyecto Apostólico Común es un llamado. Un llamado a todos para elevarnos más allá de nuestras pequeñas ocupaciones para entender que la misión es una y única. Se trata de brindar el evangelio del Reino a nuestros hermanos en esta parte de América. En especial es un llamado a nuestros compañeros más jóvenes: no dejarse encerrar por las fronteras de una obra o una provincia, sino tener la mira puesta “en toda la planicie o redondez de todo el mundo llena de hombres” a los que somos enviados. También es un llamado a nuestros compañeros laicos quienes junto a nosotros día a día van haciendo posible esta misión colectiva. Dios quiera que podamos responder con generosidad queriéndonos en todo más afectarnos y señalarnos en el servicio a su Divina Majestad, pues no otra cosa puede significar el anagrama AMDG (a mayor gloria de Dios) que en todo amar y servir.

Arturo Peraza S.J.Provincial de Venezuela
Fuente CPAL/ Enlace: http://www.cpalsj.org/

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